( De cómo el Romanticismo dejó su impronta en las almas jóvenes )
Labios que en entregasteis vuestro néctar
del Amor recolectado.
Labios que en los míos os posasteis
para libar de mi flor.
¿ Sois vosotros los que en sueños
zumban en mis oídos ?
Sois vosotros los que zumban en mi corazón.
Dulce miel elaborasteis,
me la disteis a probar:
la jalea de la reina
todavía nutre mi piel.
¿ Dónde estais ahora que incubo
las larvas de la desdicha ?
¿ Dónde estais para esas larvas
convertirlas en placer ?
Labios bajo el sol entre mis pétalos
encontrasteis joven polen.
Labios que volasteis de mi lado
hacia otro lejano panal:
No encontrareis quién a un zángano
en un solo beso entregue
la promesa de una vida
que otra reina os robará.
1-6-1996
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Muy bonito, Ágape, y bien escrito. Las primeras obras, poemas, canciones, son especiales por su frescura; aunque no sean perfectas son más espontáneas y puras.
ResponderEliminarUn saludo.
Huy... el romanticismo es... jo a mí me gusta estar en él, ser de él. Pero... eso que dices, ufff esa estrofa final, vaya remate :)))
ResponderEliminarSin embargo ese beso zangáneo es muy importante, no ves que hay muy pocas reinas. Pobre zángano, cuando dejó su beso lo echan, buauuu.
Besos, escritora completa, hasta romántica...
Aún me colorada cuando lo leo....... Son pocos los artistas que dan a conocer sus primeras obras; pienso que sería una experiencia maravillosa, precisamente, Raquel, porque son más espontáneas, no hay correcciones ni búsqueda de perfección, tan sólo el sentimiento libre, casi en estado salvaje, bruto, inocente.
ResponderEliminarGracias por pasarte por aquí.
Reinas hay muy pocas, Miguel, sí, y aún menos son las que están dispuestas a sacrificar la ley de la colmena. Y a éste zángano no lo echan, la reina le perdona la vida y vuela libre en busca de otro hogar.
ResponderEliminarSe nota que fue escrito con una punzadita de dolor, una metáfora del abandono presente en la literatura Romántica y del amor incondicional que todo lo acepta, que se enfrenta al mundo con el viento en contra, incomprendido, y al final se ve vencido y traicionado por la realidad.
Besos, sin aguijón.