Quisiera escribirte unos poemas inmortales
uno de esos que cantaban los juglares y antes de ellos
rapsodas como Homero.
Quisiera convertirme en tu Penélope
y que vuelvas a buscarme
montado en Rocinante después
de luchar contra tu ego.
Lo que nunca dije. Lo que, tal vez, te susurraré.
No podrías haber escogido enemigo peor; ni molinos ni gigantes, ni Dulcinea u otro caballero andante: no hay lucha más difícil que aquella que llevamos a cabo contra nuestro ego.
ResponderEliminar" Él "
ResponderEliminarme escogió a mí.